La Terapia Gestalt está dentro de las llamadas terapias humanistas, con influencias del psicoanálisis y de la filosofía oriental, entre otras. Al igual que el resto de las terapias humanistas, se centra en las potencialidades que posee la propia persona para superar las dificultades y experimentar bienestar.
La Terapia Gestalt es un proceso terapéutico que conlleva el descubrimiento de una nueva filosofía de vida, que consiste en vivir de forma plena y consciente (“darse cuenta”), aceptando y responsabilizándonos de lo que somos, y alcanzando un autoconocimiento que nos permite autorregularnos ante un medio que cambia continuamente.
Tiene como objetivo, por tanto, movilizar los recursos de la persona para restaurar su equilibrio:
- Trabajando en el “aquí y ahora”, todo cuanto ocurre es en el ahora, ya que el pasado ya no existe y el futuro aún no es.
- Tomando conciencia de la realidad, la aceptación de la experiencia sólo se puede dar siendo conscientes de lo que estamos viviendo.
- Asumiendo la responsabilidad de uno mismo, de lo que hacemos y sentimos, de cómo hacemos las cosas para llegar siempre al mismo sitio. Sólo así podremos cambiar y tomar las riendas de nuestras vidas, potenciando todos nuestros recursos para afrontar las circunstancias.
- Emprendiendo un camino de crecimiento personal basado en la aceptación de lo que somos, reconciliándonos con nosotros mismos, y, como consecuencia, dejar de hacernos daño y empezar a vernos como un ser activo que hace cosas, en vez de como un ser pasivo al que le suceden cosas.
El proceso terapéutico en la Gestalt es un espacio seguro, cálido y confiable que ayuda a emprender un viaje hacia el interior de uno mismo, lleno de descubrimientos que nos llevarán a experimentar nuestra vida de forma plena y auténtica. En este camino aprenderemos a identificar y regular nuestras emociones y necesidades, con el fin de que no queden atascadas y nos produzcan malestar, pudiendo manifestarse en nuestro cuerpo (enfermedades psicosomáticas); a explorar los patrones que configuran nuestra manera de ser, sentir y relacionarnos; entender las trampas que nos ponemos y escuchar los mensajes de nuestro cuerpo.
Este tipo de terapia está orientada a cualquier persona que quiera llegar a un autoconocimiento profundo, cicatrizar heridas que influyen en nuestro presente, superar la ansiedad, depresión o cualquier dificultad que nos impide disfrutar de la vida, de nosotros mismos y de los demás.